LOS VUELOS NOCTURNOS DE LAS
PALOMAS MENSAJERAS
Reproducimos
en este articulo las experiencias que LA REAL SOCIEDAD LA PALOMA MENSAJERA DE VALENCIA
en 1909 y dirigida por su entonces presidente, Don J. A. Estopiñá, realizo sobre los vuelos nocturnos de las palomas
mensajeras. Extraído de la Memoria sobre la educación de noche de las palomas mensajeras, presentado por Don Juan Kaiser (colombófilo
francés contemporáneo y amigo del Sr. Estopiña) que en su calidad de Sargento, del 119º territorial, presento al Ministro
de la Guerra en Francia el 6 de diciembre de 1915.
Con el ameno relato del Sr. Kaiser nos introducimos en la visión colombofila de la época y trascendencia
que tuvo el método del Sr. Estopiña de los vuelo nocturnos .
Hacia
el año 1886 era yo un joven colombófilo cuando por primera vez oí hablar de la
facultad que poseían ciertas palomas para regresar a su vivienda de noche. Colombófilos mas antiguos que yo afirmaban que
ciertas noches de concursos, cuando penetraban en su palomar para contar las palomas con una linterna las palomas asustadas
abandonaban su posición habitual en el palomar al volver mas tarde y en plena oscuridad las palomas ocupaban de nuevo su sitio.
Interesado por estos relatos, resolví comprobar tales asertos por experiencias personales, y en efecto hice cambiar de lugar
mis palomas en el palomar ya entrada la noche y al volver una hora más tarde, pude comprobar que las palomas habían recobrado
su primitivo puesto, salvo unas excepciones.
Una noche alumbrada por la luna, fui a soltar
un macho azul, a un centenar de metros del palomar. La paloma fue a posarse enseguida sobre el tejado de una casa vecina.
No pudiendo observar sus movimientos me aposté cerca de la entrada del palomar, apenas transcurrida media hora, vi la paloma
posarse al borde del tejado, encima de mi. Al cabo de un momento, bastante largo, descendió sobre la tabla de entrada, allí
hizo una estación mucho más larga todavía, quizá una hora. Por fin entró.
Por la misma época, hice otra observación: en
un concurso de Calví a Marsella, me encontraba en el palomar del difunto M. Jaques Arnaut, mi iniciador y maestro en colombofilia.
Un fuerte viento contrario había soplado todo el día, pocas palomas habían llegado. A las 8:30 de la tarde, apercibimos una
paloma que daba vueltas encima del palomar. Esta paloma regresaba de viaje y a pesar de la oscuridad creciente, pudo ganar
el techo natal.
Repetidas veces he podido verificar un hecho
análogo en el transcurso de mi carrera colombofila, de cerca de treinta años.
Volviendo a la época que antes he hecho mención,
quise hacer ensayos más concluyentes, porque mi extrema juventud, (no tenía aún quince años) me impelía a las grandes ilusiones.
En las noches bien alumbradas por la luna, tomaba
los tranvías de los alrededores de la ciudad e iba a soltar dos o tres palomas, a cortas distancias del palomar. Cada tentativa
fue un fracaso y acabé por desistir. Las palomas no regresaban hasta el día siguiente y hasta no volvían. Se convertían probablemente
en presa de algún gato.
Observaba, sin embargo, cada vez:
1º.- Que a pesar de la más espléndida claridad
lunar, las palomas no levantaban jamás el vuelo por sí mismas al abrir las cestas, y que se hacía necesario lanzarlas.
2º. Que tan pronto como se lanzaban, iban a posarse
sobre el primer tejado a su alcance.
Llegué pues a la conclusión que la paloma tenía
una gran repulsión a volar por la noche, y que algunos casos de regreso podían obtenerse para distancias insignificantes,
y en lugares muy conocidos por la paloma, no podía esperarse nada bueno, bajo el punto de vista práctico, con ensayos de mayor
importancia.
En cuento al hecho de palomas que llegaban a
la entrada de la noche, me parecía demostrar tan sólo que una paloma enérgica, encontrándose a una distancia relativamente
corta de su palomar, en el momento del crepúsculo y distinguiendo todavía por lo menos las grandes líneas de los puntos de
referencia ya reconocidos desde lejos, podía sostener su esfuerzo y alcanzar su término, a pesar de una relativa oscuridad.
Este punto de vista personal, no tuvo ocasión de ser modificado en los años que se sucedieron y consideraba los viajes de
noche, como una cosa rayana en lo imposible.
Si he de decir la verdad esta cuestión había
dejado de interesarme.
Sin embargo en 1909, mi excelente amigo el señor
Estopiñá, presidente de la Sociedad Colombofila “La Paloma Mensajera” de Valencia (España), anunciaba haber obtenido
del Comité de la Exposición Regional, que iba a inaugurarse en su ciudad, un crédito y un emplazamiento para establecer en
el recinto mismo de la exposición un palomar de cuatrocientas palomas mensajeras, que debía ser una de las numerosas atracciones
que preparaban para el público, en el sentido, que las palomas debían volar allí de noche y constituir un espectáculo nuevo
para el gentío que se aglomeraría, las noche de concierto en la Gran-Pista.
La idea me pareció bastante original, pero no
pude sustraerme de pensar en las dificultades con que tropezaría mi digno amigo, para llegar al objeto que se proponía, y
debo confesarlo, no tenía más que una confianza bastante mediana, en el éxito de su empresa.
En efecto ¿cómo podría hacer volar un bando de
cuatrocientas palomas, a las 9 o a las 10 de la noche, durante un intervalo bastante largo, para que esto constituyese un
espectáculo, cuando yo conocía por mis experiencias de otros tiempos, la gran aversión que sentía la paloma para el vuelo
de noche?
Las noticias que recibí después, en lo que concierne
a la ordenación de este palomar y a su poblamiento por la aportación de pichones que le hicieron los miembros de la Sociedad
“La Paloma Mensajera” tenían despierta mi curiosidad y tenía el deseo de aprovechar la primera ocasión que se
ofreciese de ir a Valencia, para hacer una visita al señor Estopiñá y oírle enunciar los medios que se proponía emplear para
llegar a sus fines. La ocasión habiéndose presentado, hice la visita a mi excelente amigo.
Antes de entrar en el detalle de mi conversación
con él, que me sea permitido bosquejar brevemente la fisonomía del señor Estopiña.
Tipo puro del valenciano, cara sarracena, de
perfil regular, agraciada por una barba en punta ya grisácea, el señor Estopiña, representa en lo físico, como en lo moral,
al verdadero “Caballero español” tan correcto en su presentación como en sus maneras, poseyendo ese refinamiento
de los antiguos hidalgos: es una naturaleza ardiente, leal y generosa, un erudito por temperamento, un artista por esencia
de raza.
Antiguo oficial de marina, su pasión por las
ciencias, sus profundos estudios de los fenómenos eléctricos de la atmósfera y de la electricidad en todos sus dominios le
han habituado un positivismo inflexible en el razonamiento. Todos sus actos están reflexionados, ninguno queda entregado a
la aventura, lo analiza todo, y quiere una explicación de todo, la menor observación queda anotada en su memoria y en el papel,
con una minuciosidad de detalles sorprendente y a menudo acompañada de comentarios de un carácter completamente inédito.
Se diferencia de muchos colombófilos porque no
tiene secretos, participa a sus amigos el menor conocimiento esportivo y más de uno debieron sus éxitos a sus consejos, a
sus indicaciones.
Amante de la paloma por ella misma, la ha convertido
en un sujeto de estudio, más pronto que en un instrumento de sport. Le ha descubierto un alma, y esta alma ya no tiene secretos
para él.
Con esto llego a nuestra conversación.
Después de las primeras efusiones, a las cuales
dio lugar el placer de encontrarnos de nuevo, nuestra plática se estableció enseguida sobre el tema de que mi curiosidad se
sentía aguzada y sobre el cual el señor Estopiña por sí mismo tenía prisa de hablar.
“De
mi opinión soy yo solo, me confiaba; los miembros de mi sociedad permanecen incrédulos y dicen a mis espaladas que cometo
una locura. Me ayudan sin embargo aportando los pichones necesarios para poblar el palomar, pero su ayuda se limita a esto:
llenan para conmigo un deber de amistad y nada más”.
“El Comité de la Exposición fió en mi palabra,
mis amigos a pesar de mis explicaciones no me creen. Desde que cultivan las palomas se cristalizaron en la rutinas del vuelo
y los viajes de día, no supieron reconocer que la paloma mensajera es un ave mucho más inteligente de lo que se piensa,
y que de ella podemos exigir mucho más de lo que hacemos. Explotamos en ella una cosa que llamamos “instinto”,
“sentido de regreso”, damos el nombre de “educación”, a los ejercicios que tienden solamente a desarrollar
sus facultades de orientación y su resistencia física, pero no les enseñamos nada. Se educa un animal cuando se le enseña
a hacer algo que él no sabe hacer naturalmente. Id a los circos, allí veréis los ejemplos. La paloma mensajera no vuela
de noche yo la educaré para hacerlo y cuando sabrá volar de noche, la haré viajar también.”
Esta ultima frase pronunciada por mi amigo por
una extrema energía, fue para mí una revelación. El hombre tal cual era, se descubría bajo su verdadero aspecto y en la extrema
fineza de su espíritu había adivinado en mi rostro el relámpago que acababa de atravesar mi cerebro. Se puso a reír.
“Pues bien, sí, me considero doblemente
dichoso de vuestra visita, porque estaréis convencido cuando salgáis de aquí, que yo he de llegar al fin que me propongo.
Habéis comprendido, que el espectáculo nocturno que me he propuesto ofrecer a mis conciudadanos, no es más que un pretexto
para llegar a unas experiencia de mucho mayor alcance. Quiero educar la paloma para franquear ciertas distancias de noche.
Y lo conseguiré, porque he madurado mi plan y lo he estudiado bajo todos sus aspectos.”
“Estoy seguro, absolutamente seguro, de
hacer volar las palomas, de noche, sobre el recinto de la Exposición y por este lado estoy muy tranquilo, pues cumpliré mi
compromiso con el Comité.”
“La
noche es el momento de reposo para todos los seres animados, incluso para el hombre, pero incluso éste como aquellos se acostumbran
a la luz artificial y ejecutan bajo su claridad, los mismos actos que con la luz del día.”
“Desde
el punto de vista particular de la paloma y de las aves ¿no habéis visto nunca en los circos, a los periquitos sabios y otros
pájaros hacer actos de destreza, en las actuaciones de noche?”
“Yo
he visto en un circo, a un educador presentando a un par de palomas que, al primer tiro de pistola, levantar el vuelo y daban
varias vueltas por encima del publico, y después, al segundo tiro, venían a posarse en el brazo de su maestro. Esto no se
ha conseguido sin trabajo y el primer cuidado del educador, habrá sido acostumbrar sus palomas a la luz artificial.”
“He
aquí el punto de partida para mi educación. En cuanto a la facultad de orientarse de noche, no cabe ponerla en duda un instante,
las aves migratorias viajan de noche, la paloma mensajera, producto de diversos cruzamientos, la paloma mensajera tiene por
antecesores lejanos en verdad, las palomas migratorias, como lo son todas las salvajes. ¿ y los viajes de regreso a los cuales
sometemos a nuestras palomas, no son estos, migraciones de una especie particular, pero teniendo un objetivo idéntico, cual
es, el encontrar de nuevo la zona de habitación más favorable, en nuestro caso el palomar, donde nos esforzamos en acumular
las condiciones de bienestar por los asiduos cuidados que todo buen colombófilo conoce, mediante los cuales desarrollamos su afección.?”
“Se
trata pues, de hacer despertar en la paloma una facultad ancestral dormida por la domesticidad, durante una larga sucesión
de generaciones. Esto es posible por la educación. Ningún animal resiste a la voluntad del hombre, ya sea por la dulzura o
por la fuerza, el hombre obliga al animal a la obediencia. Los auxiliares de
la voluntad son la inteligencia, la paciencia y la firmeza del educador. La voz de mando es pues la mejor manera para imponerse,
y es pues que a la voz de mando que las 400 palomas de la Exposición, salen y entran en el palomar.”
Todo
esto lo decía de manera pausada y tranquilamente. Alguna vez el Sr. Estopiña, subrayaba sus afirmaciones con esa sonrisa que
ilumina el rostro del jugador, cuando tiene todos los triunfos en la mano. Su fe me había penetrado.
No
obstante, osé hablarle de los pequeños ensayos relatados al comienzo de esta narración, insistiendo particularmente sobre
el hecho que al soltar las palomas se posaban enseguida sobre el primer tejado a su alcance. Mi amigo me refirió entonces,
que un miembro de su Sociedad había querido recientemente intentar la misma experiencia y que una noche de clara luna se llevo
cinco de sus palomas, que soltó a algunos kilómetros de Valencia, de un punto que se dominaba la ciudad. No volvió a ver ninguna.
“Esto
viene en apoyo de mi teoría, decía el, y todo el que se propusiese construir una casa sin comenzar por los cimientos se entregaría
a fracaso.
En
todas las cosas hay que comenzar por el principio, el aprendizaje metódico es la base de todo y la practica continuada, conduce al perfeccionamiento. Las
dificultades desaparecen entonces, por si solas, y el ejercicio se convierte en familiar y natural.”
“Además
de esto, la luz de la luna no es una condición favorable por dos grandes razones:
1ª
Esta permite a la paloma distinguir con bastante facilidad, el punto donde ella
podra posarse enseguida y donde quedara a merced de cualquier peligro.
2ª La claridad de la luna la dispone a buscar puntos de referencia para dirigirse y en
tal caso el distinto aspecto del paisaje, la induce a error. El deseo de guiarse por la vista, viene en detrimento de la sensibilidad
magnética , sola brújula de la paloma de noche. De esta situación nace el riesgo de tomar una mala dirección o pararse en
algún sitio.
El palomar de la Exposición
Conducido
por el Sr. Estopiña, visite sus instalaciones de la Exposición. No me extenderé en el detalle de las organizaciones accesorias
de un palomar de esta importancia y solo me ocupare del palomar principal.
Este
se componía de tres compartimientos, separados por divisiones de tela metálica, guarnecían las paredes los posaderos, dispuestos
en forma de repisas individuales, la mas saliente en lo alto, la más corta debajo, de manera que las palomas no pudieran ensuciarse.
Estos compartimentos estaban techados por cuadros de tela metálica, a dos metros de altura sobre el piso.
Cierto
número de perillas eléctricas, daban de noche un magnifico alumbrado. Una perilla verde en cada compartimiento, permitía la
claridad suficiente para coger las palomas. La salida estaba al mediodía. Una ventana ovalada de un metro de altura, se abría
sobre la cornisa superior de uno de los grandes edificios de la exposición, su extremidad inferior estaba a 0.30 metros del
piso del palomar, un bastidor con horquillas de aluminio, constituía un cierre que se quitaba a voluntad. Un bebedero de sifón,
ocupaba el centro de cada compartimiento.
La comunicación entre los palomares estaba establecida por puertas correderas, de la misma tela metálica que las divisiones.
El compartimiento más retirado, recibía a los pichones más jóvenes una jaula exterior les permitía familiarizarse con los
alrededores de su habitación. Una vez aquerenciados, se pasaban a los otros palomares donde no tardaban en tomar las costumbres
de sus compañeros más adelantados.
Mientras
duró el poblamiento del palomar se dejó esté abierto continuamente, las palomas
volaban a voluntad, y salían y entraban a su antojo.
No
les daba nunca de comer durante el día. Un poco antes de cerrar la noche, se encendía la iluminación del palomar y media hora
más tarde, se les distribuía la comida, a la mano sobre la arena de los palomares, a razón de 30 gramos por paloma.
Esta
distribución se hacia al son de un pito que hacia funcionar, con vigor el guardián del palomar, mientras duraba la distribución.
Después
de la comida, las luces permanecían encendidas durante una hora todavía, para permitir a las palomas beber toda cantidad de
agua necesaria para una buena digestión.
Cuando
quedó completado el efectivo y aquerenciados todos los pichones, comenzó el aprendizaje del vuelo.
Las
palomas quedaban privadas completamente de libertad durante el día. Al momento
de ponerse el sol se habría el palomar. El guardián mandaba con tono enérgico: ¡Fuera! ¡Fuera!, mientras quedaba una paloma
en el interior. Debía guardarse de asustar a las palomas, pero maniobraba de forma que las obligaba a ir hacia la salida.
Las palomas que después de un encierro de 24 horas sentían las mejores disposiciones para el vuelo, salían inmediatamente
y el bando remontaba a buena altura.
Cuando
la ultima paloma estaba fuera, el guardián salía sobre una especie de terraza, dispuesta cerca de la entrada, y agitaba una
larga caña a cuyo extremo llevaba atado un pedazo de tela, a guisa de una bandera. Después de algunas sesiones, la educación
para la salida era completa y el palomar se vaciaba en menos de un minuto. Para la entrada el guardián abandonaba la bandera,
se metía en el interior y preparaba a sus pies el pequeño saco que contenía la comida. Silbaba a al ventana y las palomas
comenzaban a descender sin interrupción, en cuanto entraban en el palomar en el palomar, ya alumbrado por las perillas eléctricas,
esparcía el grano en pequeñas cantidades por una gran superficie. Entonces era una ola de palomas que se precipitaban, una
verdadera cascada de volátiles, pasaba a través de las orquillas y pronto quedaban todos ocupados en llenar el buche.
Los
primero vuelos eran de un cuarto de hora solamente, más al cabo de algunos días, las salidas se retardaban un minuto cada
día y la duración del vuelo se aumentaba en un minuto. Esto tenía por resultado hacer el entrenamiento doblemente progresivo,
pues de una parte al cabo de 15 días el tiempo del vuelo había pasado insensiblemente de un cuarto de hora a media hora y
la hora de entrada había aumentado en media hora, lo que comparado con la primera hora de salida, llevaba la entrada a tres
cuarto de hora después de la puesta del sol.
La
salida y entrada de los días siguientes estaba arreglada de manera, para llegar a una hora de duración en el vuelo. Ya las
palomas cumplían la ultima parte de su ejerció cuando era noche oscura, y entraban perfectamente. El retraso diario en la hora de salida las conducía insensiblemente a salir en plena oscuridad y aparte
de algunas palomas refractarias, por temperamento, la salda se efectuaba con la misma rapidez que al principio.
Éxitos del Sr. Estopiña
Una
segunda visita dos meses después, me permitió darme cuenta que el aprendizaje del vuelo era un hecho, éste había dado los mejores resultados.
Desde
entonces las palomas no salían antes de las 9 de la noche para volar hasta las diez horas.
Las
noches en las que el vuelo se ofrecía como espectáculo al publico de la Exposición, la salida no se hacía hasta las diez de
la noche y era un golpe de vista verdaderamente fantástico la evolución de aquel bando de 400 palomas, dando vueltas a gran
altura como una nube de mariposas blancas. En efecto el Sr. Estopiña, propuso un alumbrado en la Gran Pista, que tomándolas
por debajo les hacía aparecer blancas sobre el fondo negro del cielo.
A
la pitada del guardián, el público cada vez más maravillado no apartaba la vista
del bando y se extasiaba contemplando el súbito descenso en espiral de las palomas y su rápida desaparición en el interior
del palomar.
El
Sr. Estopiñá había llenado sus compromisos con el comité de Exposición, realizando la primera parte del programa que él mismo
se había impuesto. Yo había asistido a su triunfo ante el público y estaba también impaciente de ser también el testigo de
otro triunfo en el orden de los viajes de noche que ya no ofrecían para mí la menor duda.
¿Cuándo
piensa usted comenzar las sueltas?, le pregunté.
El
mes próximo, me contestó, es menester que las palomas estén bien adiestradas en el ejercicio del vuelo de noche.
Sin
embargo, como mi permanencia en Valencia no podía prolongarse más de dos o tres días, quiso este buen amigo, por complacerme,
intentar una pequeña experiencia en mi obsequio.
Al
día siguiente por la noche hizo soltar cuatro palomas en el Grao, que es el puerto de Valencia situado a cuatro kilómetros
de la ciudad. Fue un criado quien se llevó la cesta. El señor Estopiña le hizo estas recomendaciones: “Colocarás la
cesta en tierra delante de ti, en un espacio bien despejado, la abrirás y darás la voz de mando: ¡Fuera! ¡Fuera!, como en
el palomar. Las palomas deben levantar el vuelo por sí mismas.”
Según
relación del criado, las cosas ocurrieron tal cual las había predicho el señor Estopiña.
A
las 8:30 de la noche, exactamente, las palomas levantaron el vuelo a la voz de mando. A la misma hora nos encontrábamos en
el palomar.
A
las 8:37 horas, una paloma se presentó ante la entrada, una pequeña hembra azul con aire decidido que entró sin hacerse de
rogar. Yo, estaba pálido de emoción. Miré a mi amigo que también lo estaba, pero sus ojos centelleaban. Nos estrechamos las
manos, después, mudos esperamos todavía. Pasaron tres minutos, luego un choque contra el tejado, el ruido de un resbalón hasta
la cornisa, un ruido de alas. Otra paloma había llegado, la sentíamos allí en la cornisa pero no entraba. Una tercera paloma
llega derecha ante las orquillas y entra inmediatamente, la otra estimulada por el ejemplo y ya repuesta de la emoción de
su caída pasa al interior, a las 8:50 horas, llega la cuarta paloma. El éxito era completo.
No
escaseé las felicitaciones a mi digno amigo y salimos juntos a tomar un refresco, y dar un paseo que calmara nuestros nervios.
Cuando
al día siguiente volvimos a vernos, tuvimos que confesarnos mutuamente que no habíamos podido dormir.
Ya
no volví a ver al Sr. Estopiña hasta el año siguiente.
Llegué
a valencia a finales de agosto. El Sr. Estopiña, había conseguido un éxito en todas las sueltas del año precedente. Le cupo
el honor de ser felicitado por el General Gobernador Militar de la Región, que tuvo a bien presenciar la llegada de las palomas
de un viaje nocturno de setenta kilómetros. Un informe fue transmitido por éste al Estado Mayor Español, y valió a mi buen
amigo una condecoración militar, como recompensa de sus trabajos.
Éste
continuaba siempre sus experiencias, entrenando sus palomas por grupos de veinte, hasta los setenta kilómetros, anotando los
resultados, los hechos particulares de cada paloma y eliminando las nulidades, con todo severidad.
Fuimos
al palomar una noche que debían enjaularse un grupo de palomas para el día siguiente. La época no podía ser más desfavorables
a causa del estado de la muda, y así se lo hice observar a mi amigo. Me expresó éste el deseo de que las examinara y lo hice
una por una, haciendo anotar los números de aquellas que me parecían en una condición medianamente aceptable. El lote primitivo
de veinte, había quedado reducido a catorce después de la etapa de cuarenta kilómetros, por la pérdida de uno o dos sujetos,
y la eliminación de los que habían dormido más de dos noches fuera del palomar. El grupo enjaulado se soltó al día siguiente
a las 8 de la noche, a una distancia de cincuenta kilómetros. La primera paloma llegó a las 9:20, siete palomas, o sea el
cincuenta por cien, se encontraban presentes a las 9:30. Otras dos entraron después de las 10. Salimos del palomar a las 11,
sin nuevas llegadas. El guardián que tenía orden de permanecer hasta media noche, vio llegar todavía una paloma, así que de
catorce palomas soltadas, diez se encontraban en el palomar. Era pues un resultado maravilloso, si se tiene en cuenta el estado
avanzado de la muda y la ausencia de forma. Y lo prueba el hecho, que las palomas de que hicimos anotar los números, como
estando en las mejores condiciones físicas, volvieron todas.
Algunas observaciones
El
Sr. Estopiña me comunicó algunos resultados de sus observaciones que consigno a continuación:
1º)
Los mejores resultados se obtuvieron siempre en las noches más oscuras, con ausencia total de luna, durante toda la duración
del viaje. Los resultados fueron buenos hasta con cielo muy nuboso y tiempo que presentía la tormenta.
2º)
Las pérdidas en total, non excedieron del seis por cierto del número de las palomas soltadas. Fueron éstas más sensibles en
las noches claras. Se registraron grandes pérdidas, una noche cuya vuelta coincidió con un incendio de unos bosques a 35 kilómetros
de Valencia.
3º)
Se encuentran palomas absolutamente refractarias que comienzan a dormir fuera del palomar, desde la primera suelta a 3 kilómetros.
Es raro que una paloma que duerma fuera del palomar una primera vez, regrese bien en las sueltas siguientes. Por este motivo,
la segunda vez que se repite el caso, debe eliminarse. Ocurre sin embargo, que una paloma que acostumbra a regresar bien,
duerme una vez fuera del palomar, y continua portándose bien en los viajes sucesivos.
4º) Los buenos sujetos se distinguen desde los primeros viajes y era relativamente fácil,
después de algunas experiencias, predecir el orden de llegada de un viaje, porque regresaban casi siempre en el mismo orden.
5º)
Las velocidades del vuelo eran menores que durante el día. Lo mas frecuente, es que oscilaran entre 700 y 800 metros por minuto.
Sin embargo, hubo casos en que la velocidad se aproximó a los 1000 metros, y tan solo en una ocasión alcanzo los 1200 metros,
en un recorrido de 70 kilómetros.
6º)
De manera general, que tan solo presenta raras excepciones, ciertas razas nos proporcionan los bueno viajeros nocturnos, y
otras los refractarios. Por ejemplo: los rojos, los azules, los rodadados obscuros, los aliblancos y los bariolés, de los
cruzamientos Wegge-Grooters, dan muy buenos sujetos, mientras que los productos de otros cruzamientos, admirables sujetos
para los viajes de día, se han mostrado siempre refractarios.
7º)
Cuando los productos de un par se distinguen al principio de la educación, esta ventaja no se desmiente hasta el fin, y los
productos del mismo par cuando viajan entre los de otros grupos, se distinguen igualmente.
8º)
Las hembras, han dado en conjunto mejores resultados que los machos. El número de los machos eliminados por incapacidad, ha
sido mucho más grande que el de las hembras. El Sr. Estopiña, explica esta ventaja de la hembra por una mayor sensibilidad
nerviosa, debida a su sexo, y que la hace más magnetica que el macho.
No
hay que olvidar que el Sr. Estopiña en sus estudios sobre la orientación de las palomas mensajeras, reserva la parte más activa
a la influencia magnética. Según el, es el único factor que en las grandes distancias determina la orientación.
A
continuación reproducimos el articulo EL VUELO Y LOS VIAJES DE NOCHE de las palomas mensajeras. Escrito por el Sr. Estopiña
en la revista LA PALOMA MENSAJERA. Órgano Oficial de la Real Federación Colombofila Española, en su Nº 231 de Marzo de 1910. El siguiente relato nos permitirá conocer de primera mano como vivió la experiencia
de los vuelos nocturnos el protagonista de la experiencia.
A
continuación nos vamos a situar en el contexto siguiente, se habían producido la primera experiencia (la suelta a 3 Kilómetros
del palomar narrada anteriormente por el Sr. Juan kaiser), damos paso al Sr.
Estopiña
La
primera tentativa hecha el 30 de Septiembre pasado, con una suelta á 3 Kilómetros
en el Grao, rodeada de misteriosa reserva y coronada de feliz resultado, produjo en mí una sensación que no acierto a explicar,
y que sólo los verdaderos colombófilos comprenderán: ¡ El problema estaba resuelto!. Cabía rodearle cada vez de más garantías y seguí adelante. Continuamos haciendo varias sueltas preliminares hasta 9 Kilómetros,
y en todas ellas se mostraron las palomas á la altura de su reconocida inteligencia. Alentado por los resultados, me volví
exigente y no me cuidé ya de mi itinerario previamente estudiado, solte aquí y allá por tanteo, haciendo los mismos saltos
entre las etapas que cuando educamos las palomas de día, quería ver por donde se rompía la cuerda, y he de confesar que esta
primera serie de experiencias, hemos llegado a su fin sin poder conseguirlo.
Por
aquel entonces, mi amigo La Llave( D. Diego de la Llave director de la revista La Paloma Mensajera) me tenia anunciada su
visita para fin de Octubre, yo me regocijaba al pensar la sorpresa que causaría en su animo ver llegar un grupo de palomas
de noche, de un kilometraje consecuente, cuando aun ignoraba lo que por aquí hacíamos. Por que entiendo que los platos suculentos
hay que ofrecerse á los gourmets, y nadie con mejor paladar y más derecho que La Llave en colombofilia, para ser el
primero en haberlo probado. La fatalidad quiso que una indiscreción, hecha inconscientemente
por una de las personas que por fuerza tenia que intervenir en las sueltas, viniese mal a propósito, á descorrer el velo,
desbaratando mis planes, y hubo que improvisar á raja tabla una suelta de efecto, antes que la noticia circulase haciendo
perder el merito de la sorpresa.
Habíamos
hecho ya la etapa de Cheste y con un socio confidente, acordamos dar el golpe decisivo en Buñol, población veraniega situada
a 34 kilómetros de Valencia. Se pensó hacer intervenir en la suelta al alcalde de la población, que este dirigiese un Mensaje
de salutación, por paloma, al Presidente del Comité ejecutivo de la Exposición, y dar así, tanto a la suelta como a la llegada
de las palomas, cierta solemnidad. Llego el día señalado para la prueba, el 16 de Octubre de 1909, en el que íbamos a jugarnos
el todo por el todo, y con el fracaso nuestro prestigio de colombófilo.
Las
palomas en la educación habían respondido tan admirablemente á mis deseos y me inspiraban tanta confianza, que no titubeé
un momento en distribuir las invitaciones para presenciar la llegada. A la hora señalada se reunían en el vasto estadio de
la Exposición el Excmo. Sr. General-Gobernador Militar de la plaza el Sr. Ximénez de Sandoval, el primer Teniente de Ingenieros
D. Enrique Santos, delegado á su vez el de la Real Federación Colombofila Española cerca de nuestra Sociedad, Teniente Coronel
D. Ricardo Escrig para intervenir oficialmente la llegada de las palomas. El Excmo. Sr. Marqués del Turia, el Comisario general de la Exposición D. Francisco Monleon, que desde el primer momento patrocinó nuestro
proyecto de instalación de un palomar y fue su constante defensor en el seno del Comité, algunos señores de los que forman
el mismo y los miembros de nuestra Sociedad. La noche estaba despejada, no había celajes en el cielo, pero el relente propio
de esta época del año en nuestra región era tan abundante, que los horizontes estaban brumosos.
Los
treinta y dos minutos que se retrasó la primera paloma sobre la hora señalada, fueron para mí de una angustia abrumadora,
notaba la impaciencia entre los concurrentes, percibía el rumor de comentarios tan inoportunos como desfavorables entre algunos
de mis consorcios, y contestaba automáticamente á las preguntas que se me dirigían. Mi pensamiento estaba lejos de la pista,
seguía en su vuelo á las mensajeras depositarias de mi prestigio, y si la telepatía es cierta, como no cabe dudarlo, debían
sentir ellas durante el viaje, más que las sensaciones de la ondas electromagnéticas, la enérgica influencia de mi pensamiento
concentrado hacia ellas, que las llamaba sin cesar. De pronto grita el General “¡ UNA PALOMA ¡” La sacudida que resintió mi organismo, no puede describirse “¡ El honor estaba salvado ¡”
La
paloma soltada en Buñol á las 18 horas 15 minutos, entraba en el palomar á las 19 horas 32 minutos, no traía despacho.
El
viento de levante fresco, contrario al vuelo de las palomas, y la excesiva humedad de la noche hacían tan desagradable la
estancia en la pista, que, después de la llegada de esta primera paloma, la mayor parte de los de los concurrentes se retiraron
al Gran Casino, dejando encargo que se les avisara, y solo quedamos en la pista, mirando al cielo, el Delegado militar y muy
contadas personas que el interés ó la curiosidad no les dejaba sentir las molestias.
A
las 20 horas 17 minutos percibimos la segunda paloma, al silbido que lance desde abajo para avisar á los palomeros su llegada,
acudieron los señores, que sentados en el Gran Casino, esperaban. El Marqués del Turia sintió por intuición que esta paloma
debía ser la portadora del despacho, y desde la escalinata del Salón de Actos presenciaba su entrada en el palomar. Mientras
yo lo había escalado y retiraba nerviosamente del tubo que llevaba en la pata la paloma el mensaje, que baje presuroso á entregar
en propias manos al destinatario, lo leyó éste en nuestra presencia, y visiblemente emocionado, me dio un fuerte apretón de
manos, felicitándonos calurosamente. El mensaje estaba concebido en los siguiente términos:<< El Alcalde de Buñol tiene
el honor de enviar un expresivo saludo al muy digno Marqués del Turia, iniciador de la Exposición Regional Valenciana, confiando
este mensaje á la inocente paloma que, por primera vez, atravesará el espacio de noche en España ¡ VIVA ESPAÑA ¡ ¡ VIVA VALENCIA
¡-Joaquín Estellés>>
Teníamos
contraída una deuda de gratitud con el Comité Ejecutivo de la Exposición, por haber secundado nuestro proyecto y por el apoyo
moral y material que nos prestó desde un principio para la realización de nuestros planes, no nos era dable pagarla de otro
modo, y después de la llegada de esta paloma nos despedimos de sus miembros y de los demás invitados, retirándonos al palomar
con el Delegado Militar para esperar allí las otras palomas con la satisfacción del deber cumplido.
De
las cinco palomas portadoras de despachos, llegaron cuatro la misma noche, la que llevaba el duplicado del mensaje llegó a
la mañana siguiente, y faltó una sola paloma de las siete soltadas en Buñol.
Continuando
las experiencias, hicimos una primera suelta en el Rebollar á 50 Kilómetros. Nuestro objetivo era llegar por esta línea hasta
Utiel, 70 Kilómetros, donde termina el ferrocarril. El Rebollar es una aldea situada en las estibaciones de las Cabrillas,
cuya cordillera de montañas, del mil metros de altitud aproximadamente, cierra el paso en dirección á Valencia, consideramos,
pues, esta prueba muy interesante y decisiva. Soltamos allí el 24 de octubre último seis palomas, de las que llegó una en
la noche. Con velocidad de 469 metros por minuto, otras cuatro se encontraron en el palomar á la mañana siguiente y se perdió
una.
La
circunstancia de encontrarse la Luna entre el cuarto creciente y el plenilunio y sobre el horizonte mientras las palomas hacían
el viaje, nos hizo ver que su luz, lejos de ser una ayuda, contrariaba la orientación, el hecho se ha repetido en otras sueltas
hechas en parecidas condiciones.
Mientras
que, cuando repetimos la suelta del Rebollar, con las mismas palomas de la primera vez, estando la Luna bajo el Horizonte,
regresaron tres palomas la misma noche y dos á la mañana siguiente de las cinco soltadas.
Después
comenzamos la educación de nuevos grupos hacia Castellón, y por esta línea hicimos varias sueltas con satisfactorio resultado
resultando Hasta Almenara, 31 kilómetros el 19 del Octubre pasado ya hasta el 1º de Diciembre el estado del tiempo no nos
permitió hacer más que alguna suelta preliminar.
Diciembre
empezó también en condiciones atmosféricas poco favorables, y vino luego la movilización del 7º Regimiento Mixto de Ingenieros,
destinado a Melilla, á privarnos de los palomeros militares auxiliares, muy necesarios en un palomar de tan crecido contingente
de palomas, hubo, pues que suspender forzosamente las sueltas, y en este estado llegamos a la clausura de la Exposición.
En
la lista de premios concedidos por nuestro gran certamen regional, figura nuestra Sociedad con la mas alta recompensa. La
verdad no nos consideramos acreedores á un GRAN DIPLOMA DE HONOR Y MEDALLA DE ORO. El Comité ha querido sin duda predicar
con el ejemplo al estímulo, y al conceder a la colombofilia valenciana esta alta distinción, sin precedentes, quiso premiar
las interesantes experiencias por ella realizadas. Desde estas columnas le enviamos la expresión fiel de nuestra gratitud.
Nuestra
primera serie de experiencias será objeto de un informe que, acompañado de los estados de las sueltas, se enviara al Excmo.
Sr. General Presidente de la Real Federación Colombofila Española, con ruego de cursarlo al Excelentísimo Sr. Ministro de
la Guerra. Y si con lo hecho hasta ahora hemos podido contribuir al menor progreso de la telegrafía halada y prestado el más
pequeño servicio á la patria, nos consideraremos altamente satisfechos.
Nuestro
trabajo toca a su fin, solo nos quedan por examinar las enseñanzas que pueden deducirse de esta primera serie de experiencias,
en una cuestión tan apasiónate como los vuelos de noche.
El
estado de las sueltas efectuado hasta ahora, que establecido con toda escrupulosidad y abundantes datos para formar técnicamente
un juicio exacto del resultado, arroja cifras que yo considero por demás elocuentes: Se han soltado en conjunto en conjunto
23 veces, hasta la distancia máxima de 50 Kilómetros, 185 palomas, han regresado en la misma noche 135, el 73%, al día siguiente,35,
el 19%, y se han perdido 15, el 8%. Hay que tener presente que estas experiencias se han hecho con pichones de cuatro á cinco
meses de edad, y que no habían hecho el menor viaje de día, que no tenían el estimulo del nido, muchos de ellos ni siquiera habían elegido consorte, y que la primera vez que estas palomas tuvieron que poner
a contribución el poder de orientación, fue en la oscuridad de la noche. Este era, entre otros, el principal objetivo de nuestras
experiencias para poder combatir, con la sanción de la práctica, la teoría de Mr. L. De Veen, sobre la orientación, que consideramos
mal fundamentada. Ya hemos visto que la luz de la Luna parece contrariar la orientación, los mejores resultados se han obtenido
sin ella. ¿No resulta todo esto misterioso y fantástico?.
Con
estos datos juzguen los lectores lo que podría conseguirse con palomas educadas primero, reproducidas y seleccionadas después
en este sentido al cabo de algunas generaciones, si los resultados son tan elocuentes sin que para ello haya intervenido la
herencia directa y con sólo una educación adecuada.
Las
palomas han llegado siempre, en esta clase de viajes, individualmente, al salir de la jaula de haber aquello de: <<”Sálvese
quien pueda”>> . Así como de día se suelen reunir en el viaje dos o más palomas, aunque se las suelte una
á una á intervalos determinados de tiempo ó después que hemos perdido de vista la anterior, jamás se ha dado el caso de noche,
de que lleguen dos a la vez , las que más se aproximaron entre sí segaron con un minuto de intervalo, se reunieron sobre la
pista, y allí dieron juntas algunas vueltas. De esto podemos deducir que la paloma ve de noche á muy cortas distancias, y
que para operar una selección bajo el punto de vista de la sensibilidad cerebral y de la inteligencia, nada puede superar
esta clase de sueltas, con mayor motivo cuando pueden educarse para que viajen indistintamente de día ó de noche, como se
ha hecho con las de la exposición.
El
vuelo de las palomas de noche es muy parecido al del murciélago, aletean con rapidez, al propio tiempo que refrenan la marcha,
es un vuelo de recelo, de miedo. ¡ El miedo a descalabrarse ¡ La velocidad media del vuelo entre los 17 y 50 kilómetros,
ha sido de 560 metros por minuto, la máxima, á 17 kilómetros de distancia fue de 795 metros, la mínima desde 34, de 441 metros,
en la famosa suelta de Buñol, fue en la que más tardaron las palomas, tal vez porque en ella las esperábamos con más ansia.
Conceptuó
estas velocidades susceptibles de aumentar considerablemente con la práctica de la educación, sobre todo con palomas que desciendan,
de otras sometidas á su vez al vuelo y viajes nocturnos.
La
revolución que este estado de cosas trae á la colombofilia es considerable. Bajo
el punto de vista de la telegrafía alada y de su aplicación á las comunicaciones por palomas en tiempo de guerra, nos abre
un vasto horizonte con perspectiva de muy positivos resultados. Por de pronto, los obtenidos hasta ahora rehabilitan la paloma,
que la telegrafía sin hilos había casi relegado al olvido, la rehabilitan como un medio de comunicación fácil, seguro, poco
costoso y muy digno de tenerse en cuenta á pesar de todo el progreso de la telegrafía en sus diferentes sistemas.
¡
Duerme tranquila, fiel mensajera, en tus posaderos, que todavía quedan páginas gloriosas que añadir á tu brillante historia
¡
J. A. ESTOPIÑÁ
PRESIDENTE DE LA REAL SOCIEDAD COLOMBOFILA DE VALENCIA LA PALOMA MENSAJERA
EN
EL AÑO DE 1909
eproducimos en este articulo las experiencias que LA REAL SOCIEDAD
LA PALOMA MENSAJERA DE VALENCIA en 1909 y dirigida por su entonces presidente,
Don J. A. Estopiñá, realizo sobre los vuelos nocturnos de las palomas mensajeras. Extraído de la Memoria sobre la educación
de noche de las palomas mensajeras, presentado por Don Juan Kaiser (colombófilo francés contemporáneo y amigo del Sr. Estopiña)
que en su calidad de Sargento, del 119º territorial, presento al Ministro de la Guerra en Francia el 6 de diciembre de 1915.
Con el ameno relato del Sr. Kaiser nos introducimos en la visión
colombofila de la época y trascendencia que tuvo el método del Sr. Estopiña de los vuelo nocturnos .
Hacia el año 1886 era yo un joven colombófilo cuando por primera vez oí hablar de la facultad que poseían ciertas palomas para regresar a su vivienda de noche. Colombófilos mas
antiguos que yo afirmaban que ciertas noches de concursos, cuando penetraban en su palomar para contar las palomas con una
linterna las palomas asustadas abandonaban su posición habitual en el palomar al volver mas tarde y en plena oscuridad las
palomas ocupaban de nuevo su sitio. Interesado por estos relatos, resolví comprobar tales asertos por experiencias personales,
y en efecto hice cambiar de lugar mis palomas en el palomar ya entrada la noche y al volver una hora más tarde, pude comprobar
que las palomas habían recobrado su primitivo puesto, salvo unas excepciones.
Una
noche alumbrada por la luna, fui a soltar un macho azul, a un centenar de metros del palomar. La paloma fue a posarse enseguida
sobre el tejado de una casa vecina. No pudiendo observar sus movimientos me aposté cerca de la entrada del palomar, apenas
transcurrida media hora, vi la paloma posarse al borde del tejado, encima de mi. Al cabo de un momento, bastante largo, descendió
sobre la tabla de entrada, allí hizo una estación mucho más larga todavía, quizá una hora. Por fin entró.
Por
la misma época, hice otra observación: en un concurso de Calví a Marsella, me encontraba en el palomar del difunto M. Jaques
Arnaut, mi iniciador y maestro en colombofilia. Un fuerte viento contrario había soplado todo el día, pocas palomas habían
llegado. A las 8:30 de la tarde, apercibimos una paloma que daba vueltas encima del palomar. Esta paloma regresaba de viaje
y a pesar de la oscuridad creciente, pudo ganar el techo natal.
Repetidas
veces he podido verificar un hecho análogo en el transcurso de mi carrera colombofila, de cerca de treinta años.
Volviendo
a la época que antes he hecho mención, quise hacer ensayos más concluyentes, porque mi extrema juventud, (no tenía aún quince
años) me impelía a las grandes ilusiones.
En
las noches bien alumbradas por la luna, tomaba los tranvías de los alrededores de la ciudad e iba a soltar dos o tres palomas,
a cortas distancias del palomar. Cada tentativa fue un fracaso y acabé por desistir. Las palomas no regresaban hasta el día
siguiente y hasta no volvían. Se convertían probablemente en presa de algún gato.
Observaba,
sin embargo, cada vez:
1º.-
Que a pesar de la más espléndida claridad lunar, las palomas no levantaban jamás el vuelo por sí mismas al abrir las cestas,
y que se hacía necesario lanzarlas.
2º.
Que tan pronto como se lanzaban, iban a posarse sobre el primer tejado a su alcance.
Llegué
pues a la conclusión que la paloma tenía una gran repulsión a volar por la noche, y que algunos casos de regreso podían obtenerse
para distancias insignificantes, y en lugares muy conocidos por la paloma, no podía esperarse nada bueno, bajo el punto de
vista práctico, con ensayos de mayor importancia.
En
cuento al hecho de palomas que llegaban a la entrada de la noche, me parecía demostrar tan sólo que una paloma enérgica, encontrándose
a una distancia relativamente corta de su palomar, en el momento del crepúsculo y distinguiendo todavía por lo menos las grandes
líneas de los puntos de referencia ya reconocidos desde lejos, podía sostener su esfuerzo y alcanzar su término, a pesar de
una relativa oscuridad. Este punto de vista personal, no tuvo ocasión de ser modificado en los años que se sucedieron y consideraba
los viajes de noche, como una cosa rayana en lo imposible.
Si
he de decir la verdad esta cuestión había dejado de interesarme.
Sin
embargo en 1909, mi excelente amigo el señor Estopiñá, presidente de la Sociedad Colombofila “La Paloma Mensajera”
de Valencia (España), anunciaba haber obtenido del Comité de la Exposición Regional, que iba a inaugurarse en su ciudad, un
crédito y un emplazamiento para establecer en el recinto mismo de la exposición un palomar de cuatrocientas palomas mensajeras,
que debía ser una de las numerosas atracciones que preparaban para el público, en el sentido, que las palomas debían volar
allí de noche y constituir un espectáculo nuevo para el gentío que se aglomeraría, las noche de concierto en la Gran-Pista.
La
idea me pareció bastante original, pero no pude sustraerme de pensar en las dificultades con que tropezaría mi digno amigo,
para llegar al objeto que se proponía, y debo confesarlo, no tenía más que una confianza bastante mediana, en el éxito de
su empresa.
En
efecto ¿cómo podría hacer volar un bando de cuatrocientas palomas, a las 9 o a las 10 de la noche, durante un intervalo bastante
largo, para que esto constituyese un espectáculo, cuando yo conocía por mis experiencias de otros tiempos, la gran aversión
que sentía la paloma para el vuelo de noche?
Las
noticias que recibí después, en lo que concierne a la ordenación de este palomar y a su poblamiento por la aportación de pichones
que le hicieron los miembros de la Sociedad “La Paloma Mensajera” tenían despierta mi curiosidad y tenía el deseo
de aprovechar la primera ocasión que se ofreciese de ir a Valencia, para hacer una visita al señor Estopiñá y oírle enunciar
los medios que se proponía emplear para llegar a sus fines. La ocasión habiéndose presentado, hice la visita a mi excelente
amigo.
Antes
de entrar en el detalle de mi conversación con él, que me sea permitido bosquejar brevemente la fisonomía del señor Estopiña.
Tipo
puro del valenciano, cara sarracena, de perfil regular, agraciada por una barba en punta ya grisácea, el señor Estopiña, representa
en lo físico, como en lo moral, al verdadero “Caballero español” tan correcto en su presentación como en sus maneras,
poseyendo ese refinamiento de los antiguos hidalgos: es una naturaleza ardiente, leal y generosa, un erudito por temperamento,
un artista por esencia de raza.
Antiguo
oficial de marina, su pasión por las ciencias, sus profundos estudios de los fenómenos eléctricos de la atmósfera y de la
electricidad en todos sus dominios le han habituado un positivismo inflexible en el razonamiento. Todos sus actos están reflexionados,
ninguno queda entregado a la aventura, lo analiza todo, y quiere una explicación de todo, la menor observación queda anotada
en su memoria y en el papel, con una minuciosidad de detalles sorprendente y a menudo acompañada de comentarios de un carácter
completamente inédito.
Se
diferencia de muchos colombófilos porque no tiene secretos, participa a sus amigos el menor conocimiento esportivo y más de
uno debieron sus éxitos a sus consejos, a sus indicaciones.
Amante
de la paloma por ella misma, la ha convertido en un sujeto de estudio, más pronto que en un instrumento de sport. Le ha descubierto
un alma, y esta alma ya no tiene secretos para él.
Con
esto llego a nuestra conversación.
Después
de las primeras efusiones, a las cuales dio lugar el placer de encontrarnos de nuevo, nuestra plática se estableció enseguida
sobre el tema de que mi curiosidad se sentía aguzada y sobre el cual el señor Estopiña por sí mismo tenía prisa de hablar.
“De mi opinión soy yo solo, me confiaba; los miembros de mi sociedad permanecen incrédulos
y dicen a mis espaladas que cometo una locura. Me ayudan sin embargo aportando los pichones necesarios para poblar el palomar,
pero su ayuda se limita a esto: llenan para conmigo un deber de amistad y nada más”.
“El
Comité de la Exposición fió en mi palabra, mis amigos a pesar de mis explicaciones no me creen. Desde que cultivan las palomas
se cristalizaron en la rutinas del vuelo y los viajes de día, no supieron reconocer que la paloma mensajera es un ave mucho
más inteligente de lo que se piensa, y que de ella podemos exigir mucho más de lo que hacemos. Explotamos en ella una
cosa que llamamos “instinto”, “sentido de regreso”, damos el nombre de “educación”, a
los ejercicios que tienden solamente a desarrollar sus facultades de orientación y su resistencia física, pero no les enseñamos
nada. Se educa un animal cuando se le enseña a hacer algo que él no sabe hacer naturalmente. Id a los circos, allí veréis
los ejemplos. La paloma mensajera no vuela de noche yo la educaré para hacerlo y cuando sabrá volar de noche, la haré viajar
también.”
Esta
ultima frase pronunciada por mi amigo por una extrema energía, fue para mí una revelación. El hombre tal cual era, se descubría
bajo su verdadero aspecto y en la extrema fineza de su espíritu había adivinado en mi rostro el relámpago que acababa de atravesar
mi cerebro. Se puso a reír.
“Pues
bien, sí, me considero doblemente dichoso de vuestra visita, porque estaréis convencido cuando salgáis de aquí, que yo he
de llegar al fin que me propongo. Habéis comprendido, que el espectáculo nocturno que me he propuesto ofrecer a mis conciudadanos,
no es más que un pretexto para llegar a unas experiencia de mucho mayor alcance. Quiero educar la paloma para franquear ciertas
distancias de noche. Y lo conseguiré, porque he madurado mi plan y lo he estudiado bajo todos sus aspectos.”
“Estoy
seguro, absolutamente seguro, de hacer volar las palomas, de noche, sobre el recinto de la Exposición y por este lado estoy
muy tranquilo, pues cumpliré mi compromiso con el Comité.”
“La noche es el momento de reposo para todos los seres animados, incluso para el hombre,
pero incluso éste como aquellos se acostumbran a la luz artificial y ejecutan bajo su claridad, los mismos actos que con la
luz del día.”
“Desde el punto de vista particular de la paloma y de las aves ¿no habéis visto nunca
en los circos, a los periquitos sabios y otros pájaros hacer actos de destreza, en las actuaciones de noche?”
“Yo he visto en un circo, a un educador presentando a un par de palomas que, al primer
tiro de pistola, levantar el vuelo y daban varias vueltas por encima del publico, y después, al segundo tiro, venían a posarse
en el brazo de su maestro. Esto no se ha conseguido sin trabajo y el primer cuidado del educador, habrá sido acostumbrar sus
palomas a la luz artificial.”
“He aquí el punto de partida para mi educación. En cuanto a la facultad de orientarse
de noche, no cabe ponerla en duda un instante, las aves migratorias viajan de noche, la paloma mensajera, producto de diversos
cruzamientos, la paloma mensajera tiene por antecesores lejanos en verdad, las palomas migratorias, como lo son todas las
salvajes. ¿ y los viajes de regreso a los cuales sometemos a nuestras palomas, no son estos, migraciones de una especie particular,
pero teniendo un objetivo idéntico, cual es, el encontrar de nuevo la zona de habitación más favorable, en nuestro caso el
palomar, donde nos esforzamos en acumular las condiciones de bienestar por los asiduos cuidados que todo buen colombófilo
conoce, mediante los cuales desarrollamos su afección.?”
“Se trata pues, de hacer despertar en la paloma una facultad ancestral dormida por la
domesticidad, durante una larga sucesión de generaciones. Esto es posible por la educación. Ningún animal resiste a la voluntad
del hombre, ya sea por la dulzura o por la fuerza, el hombre obliga al animal
a la obediencia. Los auxiliares de la voluntad son la inteligencia, la paciencia y la firmeza del educador. La voz de mando
es pues la mejor manera para imponerse, y es pues que a la voz de mando que las 400 palomas de la Exposición, salen y entran
en el palomar.”
Todo esto lo decía de manera pausada y tranquilamente. Alguna vez el Sr. Estopiña, subrayaba
sus afirmaciones con esa sonrisa que ilumina el rostro del jugador, cuando tiene todos los triunfos en la mano. Su fe me había
penetrado.
No obstante, osé hablarle de los pequeños ensayos relatados al comienzo de esta narración,
insistiendo particularmente sobre el hecho que al soltar las palomas se posaban enseguida sobre el primer tejado a su alcance.
Mi amigo me refirió entonces, que un miembro de su Sociedad había querido recientemente intentar la misma experiencia y que
una noche de clara luna se llevo cinco de sus palomas, que soltó a algunos kilómetros de Valencia, de un punto que se dominaba
la ciudad. No volvió a ver ninguna.
“Esto viene en apoyo de mi teoría, decía el, y todo el que se propusiese construir una
casa sin comenzar por los cimientos se entregaría a fracaso.
En todas las cosas hay que comenzar por el principio, el aprendizaje metódico es la base
de todo y la practica continuada,
conduce al perfeccionamiento. Las dificultades desaparecen entonces, por si solas, y el ejercicio se convierte en familiar
y natural.”
“Además de esto, la luz de la luna no es una condición favorable por dos grandes razones:
1ª Esta permite a la paloma distinguir con bastante facilidad,
el punto donde ella podra posarse enseguida y donde quedara a merced de cualquier peligro.
2ª La claridad de la luna la dispone a buscar
puntos de referencia para dirigirse y en tal caso el distinto aspecto del paisaje, la induce a error. El deseo de guiarse
por la vista, viene en detrimento de la sensibilidad magnética , sola brújula de la paloma de noche. De esta situación nace
el riesgo de tomar una mala dirección o pararse en algún sitio.
El palomar de
la Exposición
Conducido por el Sr. Estopiña, visite sus instalaciones de la Exposición. No me extenderé en
el detalle de las organizaciones accesorias de un palomar de esta importancia y solo me ocupare del palomar principal.
Este se componía de tres compartimientos, separados por divisiones de tela metálica, guarnecían
las paredes los posaderos, dispuestos en forma de repisas individuales, la mas saliente en lo alto, la más corta debajo, de
manera que las palomas no pudieran ensuciarse. Estos compartimentos estaban techados por cuadros de tela metálica, a dos metros
de altura sobre el piso.
Cierto número de perillas eléctricas, daban de noche un magnifico alumbrado. Una perilla verde
en cada compartimiento, permitía la claridad suficiente para coger las palomas. La salida estaba al mediodía. Una ventana
ovalada de un metro de altura, se abría sobre la cornisa superior de uno de los grandes edificios de la exposición, su extremidad
inferior estaba a 0.30 metros del piso del palomar, un bastidor con horquillas de aluminio, constituía un cierre que se quitaba
a voluntad. Un bebedero de sifón, ocupaba el
centro de cada compartimiento. La comunicación entre los palomares estaba establecida por puertas correderas, de la
misma tela metálica que las divisiones. El compartimiento más retirado, recibía a los pichones más jóvenes una jaula exterior
les permitía familiarizarse con los alrededores de su habitación. Una vez aquerenciados, se pasaban a los otros palomares
donde no tardaban en tomar las costumbres de sus compañeros más adelantados.
Mientras duró el poblamiento del palomar se dejó
esté abierto continuamente, las palomas volaban a voluntad, y salían y entraban a su antojo.
No les daba nunca de comer durante el día. Un poco antes de cerrar la noche, se encendía la
iluminación del palomar y media hora más tarde, se les distribuía la comida, a la mano sobre la arena de los palomares, a
razón de 30 gramos por paloma.
Esta distribución se hacia al son de un pito que hacia funcionar, con vigor el guardián del
palomar, mientras duraba la distribución.
Después de la comida, las luces permanecían encendidas durante una hora todavía, para permitir
a las palomas beber toda cantidad de agua necesaria para una buena digestión.
Cuando quedó completado el efectivo y aquerenciados todos los pichones, comenzó el aprendizaje
del vuelo.
Las palomas quedaban privadas completamente de
libertad durante el día. Al momento de ponerse el sol se habría el palomar. El guardián mandaba con tono enérgico: ¡Fuera!
¡Fuera!, mientras quedaba una paloma en el interior. Debía guardarse de asustar a las palomas, pero maniobraba de forma que
las obligaba a ir hacia la salida. Las palomas que después de un encierro de 24 horas sentían las mejores disposiciones para
el vuelo, salían inmediatamente y el bando remontaba a buena altura.
Cuando la ultima paloma estaba fuera, el guardián salía sobre una especie de terraza, dispuesta
cerca de la entrada, y agitaba una larga caña a cuyo extremo llevaba atado un pedazo de tela, a guisa de una bandera. Después
de algunas sesiones, la educación para la salida era completa y el palomar se vaciaba en menos de un minuto. Para la entrada
el guardián abandonaba la bandera, se metía en el interior y preparaba a sus pies el pequeño saco que contenía la comida.
Silbaba a al ventana y las palomas comenzaban a descender sin interrupción, en cuanto entraban en el palomar en el palomar,
ya alumbrado por las perillas eléctricas, esparcía el grano en pequeñas cantidades por una gran superficie. Entonces era una
ola de palomas que se precipitaban, una verdadera cascada de volátiles, pasaba a través de las orquillas y pronto quedaban
todos ocupados en llenar el buche.
Los primero vuelos eran de un cuarto de hora solamente, más al cabo de algunos días, las salidas
se retardaban un minuto cada día y la duración del vuelo se aumentaba en un minuto. Esto tenía por resultado hacer el entrenamiento
doblemente progresivo, pues de una parte al cabo de 15 días el tiempo del vuelo había pasado insensiblemente de un cuarto
de hora a media hora y la hora de entrada había aumentado en media hora, lo que comparado con la primera hora de salida, llevaba
la entrada a tres cuarto de hora después de la puesta del sol.
La salida y entrada de los días siguientes estaba arreglada de manera, para llegar a una hora
de duración en el vuelo. Ya las palomas cumplían la ultima parte de su ejerció cuando era noche oscura, y entraban perfectamente. El retraso diario en la hora de salida las conducía insensiblemente a salir en plena
oscuridad y aparte de algunas palomas refractarias, por temperamento, la salda se efectuaba con la misma rapidez que al principio.
Éxitos del Sr. Estopiña
Una segunda visita dos meses después, me permitió darme cuenta que el aprendizaje del vuelo
era un hecho, éste había dado los mejores resultados.
Desde entonces las palomas no salían antes de las 9 de la noche para volar hasta las diez horas.
Las noches en las que el vuelo se ofrecía como espectáculo al publico de la Exposición, la
salida no se hacía hasta las diez de la noche y era un golpe de vista verdaderamente fantástico la evolución de aquel bando
de 400 palomas, dando vueltas a gran altura como una nube de mariposas blancas. En efecto el Sr. Estopiña, propuso un alumbrado
en la Gran Pista, que tomándolas por debajo les hacía aparecer blancas sobre
el fondo negro del cielo.
A la pitada del guardián, el público cada vez más
maravillado no apartaba la vista del bando y se extasiaba contemplando el súbito descenso en espiral de las palomas y su rápida
desaparición en el interior del palomar.
El Sr. Estopiñá había llenado sus compromisos con el comité de Exposición, realizando la primera
parte del programa que él mismo se había impuesto. Yo había asistido a su triunfo ante el público y estaba también impaciente
de ser también el testigo de otro triunfo en el orden de los viajes de noche que ya no ofrecían para mí la menor duda.
¿Cuándo piensa usted comenzar las sueltas?, le pregunté.
El mes próximo, me contestó, es menester que las palomas estén bien adiestradas en el ejercicio
del vuelo de noche.
Sin embargo, como mi permanencia en Valencia no podía prolongarse más de dos o tres días, quiso
este buen amigo, por complacerme, intentar una pequeña experiencia en mi obsequio.
Al día siguiente por la noche hizo soltar cuatro palomas en el Grao, que es el puerto de Valencia
situado a cuatro kilómetros de la ciudad. Fue un criado quien se llevó la cesta. El señor Estopiña le hizo estas recomendaciones:
“Colocarás la cesta en tierra delante de ti, en un espacio bien despejado, la abrirás y darás la voz de mando: ¡Fuera!
¡Fuera!, como en el palomar. Las palomas deben levantar el vuelo por sí mismas.”
Según relación del criado, las cosas ocurrieron tal cual las había predicho el señor Estopiña.
A las 8:30 de la noche, exactamente, las palomas levantaron el vuelo a la voz de mando. A la
misma hora nos encontrábamos en el palomar.
A las 8:37 horas, una paloma se presentó ante la entrada, una pequeña hembra azul con aire
decidido que entró sin hacerse de rogar. Yo, estaba pálido de emoción. Miré a mi amigo que también lo estaba, pero sus ojos
centelleaban. Nos estrechamos las manos, después, mudos esperamos todavía. Pasaron tres minutos, luego un choque contra el
tejado, el ruido de un resbalón hasta la cornisa, un ruido de alas. Otra paloma había llegado, la sentíamos allí en la cornisa
pero no entraba. Una tercera paloma llega derecha ante las orquillas y entra inmediatamente, la otra estimulada por el ejemplo
y ya repuesta de la emoción de su caída pasa al interior, a las 8:50 horas, llega la cuarta paloma. El éxito era completo.
No escaseé las felicitaciones a mi digno amigo y salimos juntos a tomar un refresco, y dar
un paseo que calmara nuestros nervios.
Cuando al día siguiente volvimos a vernos, tuvimos que confesarnos mutuamente que no habíamos
podido dormir.
Ya no volví a ver al Sr. Estopiña hasta el año siguiente.
Llegué a valencia a finales de agosto. El Sr. Estopiña, había conseguido un éxito en todas
las sueltas del año precedente. Le cupo el honor de ser felicitado por el General Gobernador Militar de la Región, que tuvo
a bien presenciar la llegada de las palomas de un viaje nocturno de setenta kilómetros. Un informe fue transmitido por éste
al Estado Mayor Español, y valió a mi buen amigo una condecoración militar, como recompensa de sus trabajos.
Éste continuaba siempre sus experiencias, entrenando sus palomas por grupos de veinte, hasta
los setenta kilómetros, anotando los resultados, los hechos particulares de cada paloma y eliminando las nulidades, con todo
severidad.
Fuimos al palomar una noche que debían enjaularse un grupo de palomas para el día siguiente.
La época no podía ser más desfavorables a causa del estado de la muda, y así se lo hice observar a mi amigo. Me expresó éste
el deseo de que las examinara y lo hice una por una, haciendo anotar los números de aquellas que me parecían en una condición
medianamente aceptable. El lote primitivo de veinte, había quedado reducido a catorce después de la etapa de cuarenta kilómetros,
por la pérdida de uno o dos sujetos, y la eliminación de los que habían dormido más de dos noches fuera del palomar. El grupo
enjaulado se soltó al día siguiente a las 8 de la noche, a una distancia de cincuenta kilómetros. La primera paloma llegó
a las 9:20, siete palomas, o sea el cincuenta por cien, se encontraban presentes a las 9:30. Otras dos entraron después de
las 10. Salimos del palomar a las 11, sin nuevas llegadas. El guardián que tenía orden de permanecer hasta media noche, vio
llegar todavía una paloma, así que de catorce palomas soltadas, diez se encontraban en el palomar. Era pues un resultado maravilloso,
si se tiene en cuenta el estado avanzado de la muda y la ausencia de forma. Y lo prueba el hecho, que las palomas de que hicimos
anotar los números, como estando en las mejores condiciones físicas, volvieron todas.
Algunas observaciones
El Sr. Estopiña me comunicó algunos resultados de sus observaciones que consigno a continuación:
1º) Los mejores resultados se obtuvieron siempre en las noches más oscuras, con ausencia total
de luna, durante toda la duración del viaje. Los resultados fueron buenos hasta con cielo muy nuboso y tiempo que presentía
la tormenta.
2º) Las pérdidas en total, non excedieron del seis por cierto del número de las palomas soltadas.
Fueron éstas más sensibles en las noches claras. Se registraron grandes pérdidas, una noche cuya vuelta coincidió con un incendio
de unos bosques a 35 kilómetros de Valencia.
3º) Se encuentran palomas absolutamente refractarias que comienzan a dormir fuera del palomar,
desde la primera suelta a 3 kilómetros. Es raro que una paloma que duerma fuera del palomar una primera vez, regrese bien
en las sueltas siguientes. Por este motivo, la segunda vez que se repite el caso, debe eliminarse. Ocurre sin embargo, que
una paloma que acostumbra a regresar bien, duerme una vez fuera del palomar, y continua portándose bien en los viajes sucesivos.
4º) Los buenos sujetos se distinguen desde los
primeros viajes y era relativamente fácil, después de algunas experiencias, predecir el orden de llegada de un viaje, porque
regresaban casi siempre en el mismo orden.
5º) Las velocidades del vuelo eran menores que durante el día. Lo mas frecuente, es que oscilaran
entre 700 y 800 metros por minuto. Sin embargo, hubo casos en que la velocidad se aproximó a los 1000 metros, y tan solo en
una ocasión alcanzo los 1200 metros, en un recorrido de 70 kilómetros.
6º) De manera general, que tan solo presenta raras excepciones, ciertas razas nos proporcionan
los bueno viajeros nocturnos, y otras los refractarios. Por ejemplo: los rojos, los azules, los rodadados obscuros, los aliblancos
y los bariolés, de los cruzamientos Wegge-Grooters, dan muy buenos sujetos, mientras que los productos de otros cruzamientos,
admirables sujetos para los viajes de día, se han mostrado siempre refractarios.
7º) Cuando los productos de un par se distinguen al principio de la educación, esta ventaja
no se desmiente hasta el fin, y los productos del mismo par cuando viajan entre los de otros grupos, se distinguen igualmente.
8º) Las hembras, han dado en conjunto mejores resultados que los machos. El número de los machos
eliminados por incapacidad, ha sido mucho más grande que el de las hembras. El Sr. Estopiña, explica esta ventaja de la hembra
por una mayor sensibilidad nerviosa, debida a su sexo, y que la hace más magnetica que el macho.
No hay que olvidar que el Sr. Estopiña en sus estudios sobre la orientación de las palomas
mensajeras, reserva la parte más activa a la influencia magnética. Según el, es el único factor que en las grandes distancias
determina la orientación.
A continuación reproducimos el articulo EL VUELO Y LOS VIAJES DE NOCHE de las palomas mensajeras.
Escrito por el Sr. Estopiña en la revista LA PALOMA MENSAJERA. Órgano Oficial de la Real Federación Colombofila Española,
en su Nº 231 de Marzo de 1910. El siguiente relato nos permitirá conocer de primera
mano como vivió la experiencia de los vuelos nocturnos el protagonista de la experiencia.
A continuación nos vamos a situar en el contexto siguiente, se habían producido la primera
experiencia (la suelta a 3 Kilómetros del palomar narrada anteriormente por el Sr. Juan kaiser), damos paso al Sr. Estopiña
La primera tentativa hecha el 30 de Septiembre
pasado, con una suelta á 3 Kilómetros en el Grao, rodeada de misteriosa reserva y coronada de feliz resultado, produjo en
mí una sensación que no acierto a explicar, y que sólo los verdaderos colombófilos comprenderán: ¡ El problema estaba resuelto!.
Cabía rodearle cada vez de más garantías y seguí adelante. Continuamos haciendo
varias sueltas preliminares hasta 9 Kilómetros, y en todas ellas se mostraron las palomas á la altura de su reconocida inteligencia.
Alentado por los resultados, me volví exigente y no me cuidé ya de mi itinerario previamente estudiado, solte aquí y allá
por tanteo, haciendo los mismos saltos entre las etapas que cuando educamos las palomas de día, quería ver por donde se rompía
la cuerda, y he de confesar que esta primera serie de experiencias, hemos llegado a su fin sin poder conseguirlo.
Por aquel entonces, mi amigo La Llave( D. Diego de la Llave director de la revista La Paloma
Mensajera) me tenia anunciada su visita para fin de Octubre, yo me regocijaba al pensar la sorpresa que causaría en su animo
ver llegar un grupo de palomas de noche, de un kilometraje consecuente, cuando aun ignoraba lo que por aquí hacíamos. Por
que entiendo que los platos suculentos hay que ofrecerse á los gourmets, y nadie con mejor paladar y más derecho que
La Llave en colombofilia, para ser el primero en haberlo probado. La fatalidad quiso
que una indiscreción, hecha inconscientemente por una de las personas que por fuerza tenia que intervenir en las sueltas,
viniese mal a propósito, á descorrer el velo, desbaratando mis planes, y hubo que improvisar á raja tabla una suelta de efecto,
antes que la noticia circulase haciendo perder el merito de la sorpresa.
Habíamos hecho ya la etapa de Cheste y con un socio confidente, acordamos dar el golpe decisivo
en Buñol, población veraniega situada a 34 kilómetros de Valencia. Se pensó hacer intervenir en la suelta al alcalde de la
población, que este dirigiese un Mensaje de salutación, por paloma, al Presidente del Comité ejecutivo de la Exposición, y
dar así, tanto a la suelta como a la llegada de las palomas, cierta solemnidad. Llego el día señalado para la prueba, el 16
de Octubre de 1909, en el que íbamos a jugarnos el todo por el todo, y con el fracaso nuestro prestigio de colombófilo.
Las palomas en la educación habían respondido tan admirablemente á mis deseos y me inspiraban
tanta confianza, que no titubeé un momento en distribuir las invitaciones para presenciar la llegada. A la hora señalada se
reunían en el vasto estadio de la Exposición el Excmo. Sr. General-Gobernador Militar de la plaza el Sr. Ximénez de Sandoval,
el primer Teniente de Ingenieros D. Enrique Santos, delegado á su vez el de la Real Federación Colombofila Española cerca
de nuestra Sociedad, Teniente Coronel D. Ricardo Escrig para intervenir oficialmente la llegada de las palomas. El Excmo.
Sr. Marqués del Turia, el Comisario general de la Exposición D. Francisco Monleon,
que desde el primer momento patrocinó nuestro proyecto de instalación de un palomar y fue su constante defensor en el seno
del Comité, algunos señores de los que forman el mismo y los miembros de nuestra Sociedad. La noche estaba despejada, no había
celajes en el cielo, pero el relente propio de esta época del año en nuestra región era tan abundante, que los horizontes
estaban brumosos.
Los treinta y dos minutos que se retrasó la primera paloma sobre la hora señalada, fueron para
mí de una angustia abrumadora, notaba la impaciencia entre los concurrentes, percibía el rumor de comentarios tan inoportunos
como desfavorables entre algunos de mis consorcios, y contestaba automáticamente á las preguntas que se me dirigían. Mi pensamiento
estaba lejos de la pista, seguía en su vuelo á las mensajeras depositarias de mi prestigio, y si la telepatía es cierta, como
no cabe dudarlo, debían sentir ellas durante el viaje, más que las sensaciones de la ondas electromagnéticas, la enérgica
influencia de mi pensamiento concentrado hacia ellas, que las llamaba sin cesar. De pronto grita el General “¡ UNA
PALOMA ¡” La sacudida que resintió mi organismo, no puede describirse
“¡ El honor estaba salvado ¡”
La paloma soltada en Buñol á las 18 horas 15 minutos, entraba en el palomar á las 19 horas
32 minutos, no traía despacho.
El viento de levante fresco, contrario al vuelo de las palomas, y la excesiva humedad de la
noche hacían tan desagradable la estancia en la pista, que, después de la llegada de esta primera paloma, la mayor parte de
los de los concurrentes se retiraron al Gran Casino, dejando encargo que se les avisara, y solo quedamos en la pista, mirando
al cielo, el Delegado militar y muy contadas personas que el interés ó la curiosidad no les dejaba sentir las molestias.
A las 20 horas 17 minutos percibimos la segunda paloma, al silbido que lance desde abajo para
avisar á los palomeros su llegada, acudieron los señores, que sentados en el Gran Casino, esperaban. El Marqués del Turia
sintió por intuición que esta paloma debía ser la portadora del despacho, y desde la escalinata del Salón de Actos presenciaba
su entrada en el palomar. Mientras yo lo había escalado y retiraba nerviosamente del tubo que llevaba en la pata la paloma
el mensaje, que baje presuroso á entregar en propias manos al destinatario, lo leyó éste en nuestra presencia, y visiblemente
emocionado, me dio un fuerte apretón de manos, felicitándonos calurosamente. El mensaje estaba concebido en los siguiente
términos:<< El Alcalde de Buñol tiene el honor de enviar un expresivo saludo al muy digno Marqués del Turia, iniciador
de la Exposición Regional Valenciana, confiando este mensaje á la inocente paloma que, por primera vez, atravesará el espacio
de noche en España ¡ VIVA ESPAÑA ¡ ¡ VIVA VALENCIA ¡-Joaquín Estellés>>
Teníamos contraída una deuda de gratitud con el Comité Ejecutivo de la Exposición, por haber
secundado nuestro proyecto y por el apoyo moral y material que nos prestó desde un principio para la realización de nuestros
planes, no nos era dable pagarla de otro modo, y después de la llegada de esta paloma nos despedimos de sus miembros y de
los demás invitados, retirándonos al palomar con el Delegado Militar para esperar allí las otras palomas con la satisfacción
del deber cumplido.
De las cinco palomas portadoras de despachos, llegaron cuatro la misma noche, la que llevaba
el duplicado del mensaje llegó a la mañana siguiente, y faltó una sola paloma de las siete soltadas en Buñol.
Continuando las experiencias, hicimos una primera suelta en el Rebollar á 50 Kilómetros. Nuestro
objetivo era llegar por esta línea hasta Utiel, 70 Kilómetros, donde termina el ferrocarril. El Rebollar es una aldea situada
en las estibaciones de las Cabrillas, cuya cordillera de montañas, del mil metros de altitud aproximadamente, cierra el paso
en dirección á Valencia, consideramos, pues, esta prueba muy interesante y decisiva. Soltamos allí el 24 de octubre último
seis palomas, de las que llegó una en la noche. Con velocidad de 469 metros por minuto, otras cuatro se encontraron en el
palomar á la mañana siguiente y se perdió una.
La circunstancia de encontrarse la Luna entre el cuarto creciente y el plenilunio y sobre el
horizonte mientras las palomas hacían el viaje, nos hizo ver que su luz, lejos de ser una ayuda, contrariaba la orientación,
el hecho se ha repetido en otras sueltas hechas en parecidas condiciones.
Mientras que, cuando repetimos la suelta del Rebollar, con las mismas palomas de la primera
vez, estando la Luna bajo el Horizonte, regresaron tres palomas la misma noche y dos á la mañana siguiente de las cinco soltadas.
Después comenzamos la educación de nuevos grupos hacia Castellón, y por esta línea hicimos
varias sueltas con satisfactorio resultado resultando Hasta Almenara, 31 kilómetros el 19 del Octubre pasado ya hasta el 1º
de Diciembre el estado del tiempo no nos permitió hacer más que alguna suelta preliminar.
Diciembre empezó también en condiciones atmosféricas poco favorables, y vino luego la movilización
del 7º Regimiento Mixto de Ingenieros, destinado a Melilla, á privarnos de los palomeros militares auxiliares, muy necesarios
en un palomar de tan crecido contingente de palomas, hubo, pues que suspender forzosamente las sueltas, y en este estado llegamos
a la clausura de la Exposición.
En la lista de premios concedidos por nuestro gran certamen regional, figura nuestra Sociedad
con la mas alta recompensa. La verdad no nos consideramos acreedores á un GRAN DIPLOMA DE HONOR Y MEDALLA DE ORO. El
Comité ha querido sin duda predicar con el ejemplo al estímulo, y al conceder a la colombofilia valenciana esta alta distinción,
sin precedentes, quiso premiar las interesantes experiencias por ella realizadas. Desde estas columnas le enviamos
la expresión fiel de nuestra gratitud.
Nuestra primera serie de experiencias será objeto de un informe que, acompañado de los estados
de las sueltas, se enviara al Excmo. Sr. General Presidente de la Real Federación Colombofila Española, con ruego de cursarlo
al Excelentísimo Sr. Ministro de la Guerra. Y si con lo hecho hasta ahora hemos podido contribuir al menor progreso de la
telegrafía halada y prestado el más pequeño servicio á la patria, nos consideraremos altamente satisfechos.
Nuestro trabajo toca a su fin, solo nos quedan por examinar las enseñanzas que pueden deducirse
de esta primera serie de experiencias, en una cuestión tan apasiónate como los vuelos de noche.
El estado de las sueltas efectuado hasta ahora, que establecido con toda escrupulosidad y abundantes
datos para formar técnicamente un juicio exacto del resultado, arroja cifras que yo considero por demás elocuentes: Se han
soltado en conjunto en conjunto 23 veces, hasta la distancia máxima de 50 Kilómetros, 185 palomas, han regresado en la misma
noche 135, el 73%, al día siguiente,35, el 19%, y se han perdido 15, el 8%. Hay que tener presente que estas experiencias
se han hecho con pichones de cuatro á cinco meses de edad, y que no habían hecho el menor viaje de día, que no tenían el estimulo
del nido, muchos de ellos ni siquiera habían elegido consorte, y que la primera
vez que estas palomas tuvieron que poner a contribución el poder de orientación, fue en la oscuridad de la noche. Este era,
entre otros, el principal objetivo de nuestras experiencias para poder combatir, con la sanción de la práctica, la teoría
de Mr. L. De Veen, sobre la orientación, que consideramos mal fundamentada. Ya hemos visto que la luz de la Luna parece contrariar
la orientación, los mejores resultados se han obtenido sin ella. ¿No resulta todo esto misterioso y fantástico?.
Con estos datos juzguen los lectores lo que podría conseguirse con palomas educadas primero,
reproducidas y seleccionadas después en este sentido al cabo de algunas generaciones, si los resultados son tan elocuentes
sin que para ello haya intervenido la herencia directa y con sólo una educación adecuada.
Las palomas han llegado siempre, en esta clase de viajes, individualmente, al salir de la jaula
de haber aquello de: <<”Sálvese quien pueda”>> . Así como de día se suelen reunir en el viaje
dos o más palomas, aunque se las suelte una á una á intervalos determinados de tiempo ó después que hemos perdido de vista
la anterior, jamás se ha dado el caso de noche, de que lleguen dos a la vez , las que más se aproximaron entre sí segaron
con un minuto de intervalo, se reunieron sobre la pista, y allí dieron juntas algunas vueltas. De esto podemos deducir que
la paloma ve de noche á muy cortas distancias, y que para operar una selección bajo el punto de vista de la sensibilidad cerebral
y de la inteligencia, nada puede superar esta clase de sueltas, con mayor motivo cuando pueden educarse para que viajen indistintamente
de día ó de noche, como se ha hecho con las de la exposición.
El vuelo de las palomas de noche es muy parecido al del murciélago, aletean con rapidez, al
propio tiempo que refrenan la marcha, es un vuelo de recelo, de miedo. ¡ El miedo a descalabrarse ¡ La velocidad media
del vuelo entre los 17 y 50 kilómetros, ha sido de 560 metros por minuto, la máxima, á 17 kilómetros de distancia fue de 795
metros, la mínima desde 34, de 441 metros, en la famosa suelta de Buñol, fue en la que más tardaron las palomas, tal vez porque
en ella las esperábamos con más ansia.
Conceptuó estas velocidades susceptibles de aumentar considerablemente con la práctica de la
educación, sobre todo con palomas que desciendan, de otras sometidas á su vez al vuelo y viajes nocturnos.
La revolución que este estado de cosas trae á la colombofilia es considerable. Bajo el punto de vista de la telegrafía alada y de su aplicación á las comunicaciones por palomas en tiempo
de guerra, nos abre un vasto horizonte con perspectiva de muy positivos resultados. Por de pronto, los obtenidos hasta ahora
rehabilitan la paloma, que la telegrafía sin hilos había casi relegado al olvido, la rehabilitan como un medio de comunicación
fácil, seguro, poco costoso y muy digno de tenerse en cuenta á pesar de todo el progreso de la telegrafía en sus diferentes
sistemas.
¡ Duerme tranquila, fiel mensajera, en tus posaderos, que todavía quedan páginas gloriosas
que añadir á tu brillante historia ¡
J.
A. ESTOPIÑÁ
PRESIDENTE DE LA REAL SOCIEDAD COLOMBOFILA
DE VALENCIA LA PALOMA MENSAJERA
EN
EL AÑO DE 1909